La tensión familiar alcanza su punto máximo en La Promesa cuando Damián se enfrenta a Jesús tras descubrir su plan de montar un balneario en las tierras de los Merino. Este proyecto, una idea original de la familia Merino, se convierte en el centro de una acalorada discusión entre los primos.
“¿Cómo te atreves a robarles el proyecto a tus primos?”, le reprocha Damián, indignado. Sin embargo, Jesús responde con frialdad, defendiendo su posición: “No soy un ladrón; compré estas tierras legalmente”. La defensa de Jesús revela no solo su determinación, sino también un trasfondo de rivalidad que se intensifica con cada palabra.
Damián, preocupado por la repercusión de sus acciones en la percepción de Digna, intenta hacerle ver que debería reconsiderar su decisión. Pero Jesús está decidido a seguir adelante, convencido de que los Merino no son su verdadera preocupación. “Sabes que lo único que te importa es hacerme sombra a mí y a mis hermanos”, le lanza con desdén.
La revelación final de Damián es impactante: se da cuenta de que el verdadero motivo de Jesús no es solo el negocio, sino una venganza personal que lo llevará a destruir a su propia familia. Con el conflicto intensificándose, los espectadores se preguntan hasta dónde llegará Jesús en su búsqueda de poder y venganza.
El drama familiar, lleno de intriga y tensiones no resueltas, mantiene a los espectadores al borde de sus asientos. La lucha por el control y la venganza promete más giros inesperados en las próximas entregas de La Promesa. ¿Podrán los Merino resistir la embestida de Jesús, o su legado está en juego? La respuesta está por verse en este emocionante relato.