Las cocineras Candela y Simona parecen haber perdido el toque de gracia que las caracterizaba. Lejos de ser las inocentes que aparentaban, se han convertido en auténticas “bocachancla”, repartiendo chismes con una malicia que ya comienza a cansar a quienes las rodean. Sus cotilleos en la cocina, lejos de ser inofensivos, esconden un oscuro trasfondo que promete desatar tensiones entre todos.
Por otro lado, Matijuli no es la amiga honesta que Martina cree. Detrás de su fachada, es una mujer llena de secretos, mentiras y un instinto traicionero que la lleva a actuar con una astucia silenciosa. Uno de los secretos más ardientes en su posesión, el de Curro, no pudo mantenerlo por mucho tiempo. Sin perder tiempo, corrió a contárselo a Jana, dejando claro que Matijuli no es de fiar. Aún más irónica es su historia con la “ropa prestada”, ¿será que ni las bragas ha devuelto?
Mientras tanto, Pelayo, quien solía destacar por su traje añil, ahora lo ha cambiado por un tono morado, consecuencia de su creciente dependencia al alcohol. Borracho de resentimiento, está listo para soltar todo el veneno que ha acumulado, especialmente sobre Cata. El pobre infeliz está a punto de confesar que su esposa está embarazada, y para colmo, el bebé es de un labriego. A pesar de ser un mentiroso compulsivo, Pelayo ya no soporta el peso de los cuernos que lleva.
Y en cuanto al conde Ayala y al capitán de la Mata, su nobleza es solo una fachada. Son, en realidad, la peor calaña. Pronto, las traiciones entre esta “gente noble” saldrán a la luz, y todo se desmoronará.