La actriz que interpreta a doña Marta lleva años siendo un rostro habitual del teatro, el cine y la pequeña pantalla
Marta Belmonte, nuevo icono LGTBI en ‘Sueños de libertad’: “Vienen al teatro para darme regalos o sacarse fotos conmigo”
Llevamos años viéndola en mil proyectos televisivos, cinematográficos y teatrales. Pero no por ello tenemos localizada su cara o su nombre. Como bien nos recuerda Marta Belmonte, protagonist de esta entrevista, no hay que confundir la fama con el oficio de actor. La primera parece estar llegándole ahora, con la repercusión de ‘Sueños de libertad’, seria en la que interpreta a doña Marta, un personaje que comienza a vivir su sexualidad al lado de otro personaje, Fina, en la década de los 50, cuando ese tipo de atrevimientos eran impensables. Y menos en una mujer.
Pero Belmonte es mucho más que una serie diaria o el apellido de un torero. En este tiempo ha estado en series como ‘Isabel’ o ‘Servir y proteger’ y en películas como ‘Gente que viene y bah’. Guapa, preparada y con una visión muy pragmática de la profesión, es consciente de sus dificultades y del juego que supone llevar el disfraz de tantos personajes. También del momento que vive hoy ese oficio y los desafíos que conlleva. Una mujer de 42 años que es bastante más que la cara bonita a la que en algún momento querían relegarla.
Tu personaje de Marta y su chica, Fina, está ganando como mucho culto entre la comunidad LGTBI. Incluso hay un hashtag llamado #Marfin ¿Qué tal llevas eso? ¿cómo llevas un personaje de los años 50 a la actualidad?
Los personajes tienen elementos muy básicos si nos referimos a instintos muy primarios de supervivencia, de vida, muerte, amor, hambre, odio… Eso es algo universal. Da igual la época. Yo conozco lo que es el desamor, la frustración o el miedo social. También el que dirán de otra manera que una persona del 58.
¿Y la repercusión?
Por la tarde, en el teatro La Abadía, ha sido bastante impresionante ver como como las fans, especialmente las del colectivo, siguen la trama de Marta. Venían al teatro para darme regalos o para sacarse fotos. Al final, forman una red de apoyo que se mueve mucho a través de las redes. Por la calle, de vez en cuando hay alguien que te para y te pregunta. Yo creo que cambio mucho cuando me salgo de doña Marta.
¿Te pesa la fama?
En la vida real yo digo que mientras siga cogiendo el metro y el autobús sin problemas…
Hace poco has estado en el teatro con ‘Cielos’, con Sergio Pérez Mencheta. ¿Qué te parece que el público de la televisión se retroalimente con el del teatro?
Maravilloso. Me ha sorprendido. Había gente que me había visto en ‘La Celestina’, pero mucha no era consumidora de teatro y vienen un poco por la cosa de verme a mí en persona. Alguna de ellas se ha quedado muy contenta porque la obra es un bombazo. El espectáculo está muy bien construido. Y te deja calado. Está muy bien eliminar prejuicios y probar cosas nuevas o el hábito de ir al teatro. Es genial.
Has hecho de todo en tu carrera, incluso has participado en documentales…
A veces la gente se sorprende de esas cosas. Llevo 20 años trabajando. Con sus intervalos, con sus más y sus menos. Y la gente no te conoce. Le suenas, pero no te conoce. Se confunde el trabajo del actor con ser famoso. Y eso es un error grandísimo. A la mayoría de los actores la gente no los conoce. Es curioso porque he hecho de todo. He hecho documentales, he presentado programas, he hecho de azafata, cortometrajes, anuncios de televisión, videoclips, teatro, capitulares.. Eso te enriquece y te da un poco de perspectiva.
Y también evita que te encasilles, supongo…
Eso es un arma de doble filo, ya que los actores casi siempre aspiramos a hacer de todo. Porque cuando alguien tiene una imagen clara de ti y algo que haces bien o que gusta, te van a llamar para hacer eso y te van a dar trabajo. Normalmente, la gente te suele reubicar en papeles parecidos a los que te han visto anteriormente. Por ejemplo, si alguien hace de malo, normalmente suele acordarse de gente que ya ha hecho personajes de villano.
¿Te da miedo que te encasillen en personajes de lesbiana? ¿te lo han dicho?
En 20 años nadie se ha preocupado de que yo fuese a encasillarme de heterosexual. Es ridículo. Cuando he hecho de heterosexual nunca nadie me ha dicho ‘¿no crees que te podrías encasillar?’
¿Nunca tuviste agentes que quisieran reconducirte o cambiarte el nombre?
Me planteé si cambiarme el nombre porque al principio resultaba casi presuntuoso. Y cambiar el nombre artístico por el de Rosa tampoco tenía mucho sentido. Ya hay una Rosa Belmonte. Mi apellido me gusta. Pero bueno, es verdad que alguna vez pensé si había algo más sonoro, más vistoso. Quizás si hubiese encontrado algo que me hubiese gustado, que hubiese dado fuerza o ilusión. Pero no, no encontré nada.
– Has estado en ‘Gran Reserva’, en ‘Isabel’… Has hecho mucha televisión, ¿se podría decir que has podido elegir?
Lo digo abiertamente: yo he trabajado de lo que me han dado. Rechazar creo que he rechazado dos proyectos en toda mi vida. A veces me dicen ‘¿cómo eliges un guión?’ Para elegir un guión te tiene que llegar primero. No ya un guión sino un casting. Eso le pasa a un 3% de la profesión. Las estadísticas hablan de un alto porcentaje de los actores en el umbral de la pobreza. Evidentemente, no coges cualquier mierda, pero haces lo que puedes.
– Tú viviste esa época en la que hacer televisión estaba mal visto…
Esto ha cambiado mucho los últimos 15 años, sobre todo con las plataformas. Si me das una peli, pues una peli. Pero yo estoy muy feliz de hacer proyectos como ‘Gran Reserva’ o cualquier otra serie. Luego también he hecho series que igual no tenían tanto empaque pero yo necesitaba actuar, apostar… No tengo muchos remilgos a la hora de escoger y no tengo mucho para escoger. Siempre he tenido curro, pero no eso de poder elegir guiones o este proyecto o el otro.
– Nos comentabas que hace poco sí que tuviste que elegir…
Tuve que escoger si seguir en ‘Servir y proteger’ por un proyecto de cuatro meses. Y dije ‘quiero dar el salto’. Quizá fue el único momento en que sentí que merecía la pena perder otras comodidades y dar ese salto creativo.
– ¿Ser popular te da la oportunidad de tener mejores proyectos?
Yo creo que es para lo único que sirve la fama. Con el tiempo va sucediendo que cada vez accedes más a proyectos o a castings de proyectos. Es un poco la aspiración, claro: no tener que estar negociando cada euro por una sesión de trabajo.
-Y en eso estás ahora. Porque parece que con este personaje te está reconociendo muchísima gente.
Con doña Marta me siento a gusto, de algún modo ha encajado con el personaje de Fina y hemos hecho algo que tiene sentido. Ha cobrado vida independientemente de nosotras. Eso es muy bonito y no pasa siempre. Estamos muy contentas porque parece que va más allá de nosotras.
– En tu caso has hecho hasta videoclips. ¿Determina mucho el físico el trabajo de un intérprete?
Eso es impepinable. Tú tienes que representar un personaje de alguien poderoso, por ejemplo, y tienen que ver lo que refleja tu físico y lo que refleja tu energía. También hay gente que podría no parecer agraciada pero que pueden hacer de grandes seductores. Evidentemente, el físico es la tarjeta de presentación, aunque a veces vemos que hay mucho prejuicio y muy poca valentía a la hora de de arriesgar con los perfiles que se escogen. Hay mucho prejuicio respecto a cómo debería ser, por decir algo, una abogada de éxito, o cómo debería ser la protagonista o la no protagonista.
– Hay actores que detestan verse en pantalla, ¿es también tu caso?
Me ha costado mucho verme. Reconozco que a veces es muy útil hacerlo, pero hay que saber mirarse con mucho cariño, con mucha ternura y a la vez ser riguroso y decir aquí estás bien o mal, teniendo mucho cuidado. La gente opina y tú mismo puedes llegar a ser muy duro, muy crítico contigo mismo. En el audiovisual, si me lo paso bien en una secuencia o si tengo curiosidad por comprobar el recuerdo que tengo del momento que cogí del brazo a fulanito, o que se nos cayó de repente el tenedor, los platos o algo, la vuelvo a ver para comprobar qué ha quedado de todo eso. Pero no me estudio. De esta serie veo algunas escenas sueltas de mis compis o mías por redes. Lo que suelen compartir. Pero no me veo porque tampoco tengo tiempo de hacerlo.
– ¿Se sigue trabajando a ese ritmo loquísimo en este tipo de series diarias o tenéis más tiempo? ¿Os da tiempo a lo mejor a ensayar un poco?
El trampantojo aquí es que hemos conseguido dar una vuelta de tuerca visual a lo que se espera de lo que llaman una novelita, el culebrón, llámale melodrama… Creo que hemos dado una vuelta de tuerca visualmente. Más dinámica, más personajes por secuencia.. gracias a la interpretación, la luz, los decorados. Se ha hecho una apuesta alta que se sale un poco del sota caballo y rey de una ficción diaria para poder llevar un ritmo tan tan grande. Y el trampantojo es que a lo mejor tenemos un poquitito más de tiempo, pero por la factura visual parece que es más.
– ¿Se siguen asociando este tipo de seriales a señoras mayores?
La gente tiene la idea de que esto solo lo ven, no sé, señoras de 50 años. Y eso nunca es verdad. Tenemos un público estupendo que va desde chavales de 15 años. A veces, las madres con las abuelas, o dos señores me paran por la calle. Tú eres la chica de la novela, ¿verdad?’ Creo que eso también sucede porque nos hemos salido un poco del del cliché visual. Eso tiene que seguir avanzando y las novelas también, claro.
– ¿Nunca pensaste en tirar la toalla?
Si a mí se me ocurriese hacer otra cosa que me gustase más, la haría. En algún momento he sentido que no valía para esto. Ha habido un par de momentos muy duros en los que estás metida en un rodaje y de repente hay un par de personas que opinan muy feo sobre tu trabajo porque tienen su propio globo mental. Esas críticas con comentarios de alguien que vuelca su angustia y malestar en el rodaje contigo, que eres la más nueva o la más frágil, pueden resultar muy ingratas. Hay que cuidarse mucho, rodearse de mucho amor, de amigos que te conecten a tierra, de gente de confianza que te diga ‘tranquila’ o ‘te espabilas’.
– También has hecho publicidad…
Varios. Hice, por ejemplo, un anuncio con derechos mundiales en telefonía móvil y me pagaron muchísimo por tres o cuatro días en Mallorca, el sueldo de tres meses de trabajo de cualquier persona. Es el trabajo mejor pagado que he hecho. El trabajo artístico va por otro lado, y no puedes culpar a un actor de querer comer, de querer comprarse una casa. A veces dicen: ‘¿por qué fulanito hace esta mierda y tú dices ‘está haciendo un trabajo’. No todos hemos de ser Javier Bardem. No todos podemos ni sabemos serlo si tenemos la oportunidad. Nadie sabe cuánto tiempo llevas sin trabajar o para qué necesitas dinero. Pienso mucho en el trabajo y el dinero que le ha costado a mis padres. Soy hija de una limpiadora de casa, de un comercial de ventas. Son muchas horas para ganar dinero y no se gana mucho.
– Volviendo a la serie, ¿cuándo dejará de ser noticia que un personaje tenga determinada orientación sexual?
A mí me encanta cuando de repente veo un personaje trans con una trama que tiene que ver con ella, con su marido, con el caso que han perdido, con un testigo que ha muerto. No tiene que ver con que es una mujer trans. Es trans, pero como si es una mujer rubia o gallega. Pero primero tenemos que incluir, visibilizar, entrar en el mundo, en las dificultades de historias específicas, de minorías. Contar historias diversas.
– Los clichés condicionan muchísimo.
Mucho. Cuando voy a un festival de cine, mucha gente presupone que si tienes un físico llamativo ya no puedes ser guionista o directora o productor. Y yo repito: la belleza y la fama no tienen nada que ver con el oficio del actor. Entiendo que la belleza capta la atención, pero hay actores que no son normativamente guapos y hacen a sus personajes atractivos. Hay mucho casting ahora, solo que de gente muy joven. Por un lado se están diversificando mucho las pruebas. Y por el otro, como te decía, se elige a gente muy joven, muy guapa. Cuando todos los personajes son tan bellos no me parece que te puedas proyectar o empatizar tanto con una historia.
– Hay actores a los que les preguntan los seguidores que tienen en Instagram, ¿te ha pasado a ti?
A mí no me ha pasado. Eso favorece colaboraciones con marcas o te puede abrir otros mercados, pero si te lo preguntan en relación al mercado laboral me parece terrible, porque una cosa es que tengas, no sé, 50.000 o 100.000 personas siguiéndote si interesa tu material de Instagram. Y otra cosa es que esos 150.000 seguidores estén dispuestos a pagar por ver una película en la que verte. Pero, ¿les interesa la interpretación? Confundimos seguidores con engagement. ¿Cuánta gente de ‘Juego de Tronos’ conocías antes de la serie?¿Cuánta gente de ‘La casa de Papel’ ? A la gente le cuesta mucho confiar en repartos con caras nuevas.
– Si tuviéses una máquina del tiempo y pudieras volver atrás y darte un consejo a ti misma, ¿cuál sería?
Quizá me pensaría una oportunidad de trabajar en Francia, en teatro. Y en Londres, que también tuve dos oportunidades. Allí estuve a punto. Me rajé. Ha habido un par de momentos de mover ficha y a lo mejor debería haber estado más despierta. He vivido mucho en el día a día.